lunes, 18 de noviembre de 2013

UN OSCURO DIA DE JUSTIN


Por Hugo Salas

VOLVIERON LOS VIEJOS DISCURSOS DISCIPLINADORES...
Y llegó Justin. Primero nos pusieron nerviosos los believers, y hubo que descargar en ellos toda la sorna que nos quedó sin usar contra los emos y las “tribus urbanas”. Qué ridículos, reaccionar así por la llegada de este pavote. Ni que fuera... (ponga aquí el nombre de un ídolo de su juventud). Nadie advirtió que estos fans, solitos, le pintaron la cara al Faena y por extensión a Puerto Madero (emblema del menemismo que aún hoy llevamos dentro). Con su sola presencia, sus gritos y su histeria adolescente obligaron a que la Meca cool mostrara su verdadero rostro: que es un mausoleo para viejos con plata, aunque tengan 20 años. Las manos que mancillaron el Art District con las consignas “te trago la waska” y “colame los dedos” tal vez hayan sido responsables de una de las pocas acciones contraculturales del año.
Y, claro, cuando no lo esperábamos, llegó el plato principal: ídolo suspende concierto. ¿Quién se cree? Tiene la manía de cancelar, el pibe. No nos respeta como país. Es problemático. No se descompuso, se dio con todo. Tendría que haber hecho el show igual. Nótese: no le reclamamos el extravío, ni siquiera que sea “un mal ejemplo”. Si supiera drogarse y cumplir con sus compromisos, sería “un verdadero artista”. Es más, ¿qué ídolo sería sin el glamour de alguno que otro exceso? Por suerte, toditos los medios coincidieron y se apuraron a hacer cola para pegarle.
A un chico que tiene 19 años. Que tiene 19 años y desde hace cinco es una estrella mundial, ya no tiene espacios privados y demasiadas noches al año sale a un escenario a manejar a miles de personas que si pudieran aferrarlo, en la desesperación, probablemente lo matarían. Que no puede decidir que ya no quiere hacer eso. Que tiene que lidiar con un egotrip del que difícilmente saldría bien parado un adulto. Y sí, que probablemente esté en cualquiera. Pero nada de eso nos molesta. A la industria tampoco, por eso mastica a estos chicos como caramelos y los escupe. El showbiz descubrió hace rato que este tipo de talentos son escasos pero renovables. Y si se mueren también venden; ojo, por ahí hasta venden más.
Y está bien. ¿Qué se cree? ¿Que tiene derecho a dejar plantadas a las nenas de los padres que pueden pagar el meet and greet, eh? Beso y fotito, pendejo. No tenés coronita. Vos también tenés que portarte bien, aunque seas un sirviente de lujo. Y nos pone contentos que a él también le toque, y la sobreexplotación que no toleraríamos sobre ningún otro chico, nos parece entendible porque tiene fama y es millonario. El rock pierde así su última arista de resistencia. La estrella representaba la posibilidad –siquiera ilusoria– de que alguno que otro elegido escapara de la explotación. El ídolo le sirve hoy al sistema para convencernos de que el monto vuelve justificable, tolerable y justa la explotación. Y de ahí en más, sólo queda discutir el precio.
Publicado en suplemento radar del Pagina/12 el domingo 17/11/13

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sergio Massa: instrumento del capital financiero


Por Leandro Cabello
El paso por el kirchnerismo de Sergio Massa para terminar en donde se encuentra hoy no habla de una modificación de su propia formulación política. Mucho menos quiere decir que hoy por hoy kirchnerismo y "massismo" –si es que existe tal término o si solo es una lavada de cara de lo que ya existía- sean lo mismo.
De la variopinta cantidad de explicaciones posibles, resaltan dos. Por un lado, el kirchnerismo debe replantearse sus métodos de armado político: no es poca cosa que varios de los principales opositores a este gobierno poco antes fueran integrantes del mismo.
Así como muchos se fueron, es posible que varios oficialistas sean los próximos opositores. Es este uno de los más importantes motivos por los cuales se dificulta la profundización del proyecto político, nótese que las deserciones se dan cada vez que se avanza en la cuestión nacional, el conflicto mismo generado no permite que intereses contrapuestos prosigan juntos.

Por otro lado, la estadía de Massa en el kirchnerismo, insistiendo en el asunto, no fue un replanteo de sus concepciones políticas, sino un mero oportunismo propio de aquellos que son capaces de camuflar momentáneamente sus intereses a la espera de la consagración propia.

Massa fue parido políticamente por la UCeDé, partido fundado por Álvaro Alsogaray, uno de los principales impulsores de la reducción del Estado para que sólo se ocupe de las cuestiones más elementales y no intervenga en el manejo de los aspectos básicos de la economía.

Este viejo jefe político de Massa adquirió reconocimiento público con frases como "hay que pasar el invierno" –siendo Ministro de Hacienda de Frondizi – proponiendo un plan antiinflacionario reaccionario; o "el único golpe de Estado justificable fue el del 55", viendo en el tres veces presidente Juan Perón al enemigo de los sectores cuyos intereses defendía. Con respecto a este último punto, Jorge Abelardo Ramos lo definía como "un representante de los intereses de las grandes empresas multinacionales, que no son solamente succionadoras de las riquezas de nuestro país sino de las del mundo entero".

La UCeDé sacó una interesante cantidad de votos en las elecciones presidenciales del 89, teniendo como base electoral a los sectores de la clase media más volátil de las grandes urbes que sienten un rechazo por las muchedumbres y que se desvelan por las "libertades individuales".

Cuando el PJ, cooptado casi en su totalidad por el menemismo, pasó súbitamente del "salariazo y la revolución productiva" a las privatizaciones y el desmantelamiento del Estado, al partido de Alsogaray no le quedó más remedio que el acercamiento.
Entre sus dirigentes hubo quienes se resistieron al ingreso; no fue el caso de Massa que participó activamente del ala que buscaba la fusión con el gobierno que hacía realidad el programa liberal de Alzogaray.

Así, Massa llegó, gracias a su "padrino político" Luis Barrionuevo, a una subsecretaría en el Ministerio del Interior y luego, con la intermediación de su suegro, el "Pato" Galmarini –asesor de Duhalde durante su interinato como Presidente- se posicionó al frente de la ANSES.

Este tramo de su vida política, que arranca cuando era un estudiante secundario que militaba en la juventud liberal de la UCeDé, si bien es fundamental, no es suficiente para hacer una crítica política. Vale decir, el problema no es solo su origen político sino cómo se mantienen hoy los mismos planteos con los que Alsogaray, influido por rabiosos monetaristas de la talla de Alfred Müller-Armack, Ludwing Erhard y Milton Friedman, formó a sus dirigentes.

Días previos a las PASO sacó todo el arsenal. Entre sus declaraciones destacan: "El sector que más aporta a la balanza comercial es con el que peor estamos. El campo, que es la actividad que más posibilidades de crecimiento tiene, es el que sufre más fricciones"; "El desendeudamiento fue importante, pero hay que entender que estamos perdiendo oportunidades en un mundo donde sobra liquidez"; "Debemos terminar con la idea de querer regular todo" y finalmente propuso la vuelta a las AFJP en "forma complementaria".

Con estos enunciados se puede ver que es uno de los representantes que tienen los sectores concentrados agroexportadores furibundos por las retenciones y la negativa a devaluar, las transnacionales que ven dificultada la transferencia de renta al exterior; los especuladores que desean aprovechar las bajas tasas de interés internacionales para aumentar la obtención de renta sin producir absolutamente nada, y el capital financiero internacional que quiere recuperar los fondos provisionales y subordinar a nuestro país por medio del endeudamiento como en el cuarto de siglo que siguió a 1976.

Pasado y presente definen a un personaje hecho a la medida de la intervención extranjera en países de la periferia. Para un país que cometió el de alejarse de las órdenes del capital financiero mundial para buscar la redistribución de la riqueza entre sus habitantes, Massa, junto al resto de los políticos formados en la usina de la partidocracia y a la "legión de los expertos en finanzas que no saben nada de economía", son el instrumento para volver el tiempo atrás, a esos años en los que el endeudamiento estaba por encima de la felicidad de los argentinos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Los Intocables


Por Eduardo Aliverti
Ni el más imaginativo de los analistas podría haber previsto que en menos de 48 horas se esfumarían, casi literalmente, los efluvios del acto electoral. Y que haya sido así encierra una de las conclusiones más profundas que dejaron las urnas.
Uno de los principales editorialistas de la vocería mediática opositora escribió ayer que el Gobierno pasó “de una derrota notable a una victoria enorme”, en ese tiempo record. Su artículo es un relevo de pruebas a confesión de partes como pocas veces debe haberse visto, con ese nivel de violencia retórica explícita, desde uno de los órganos que presumen de independencia periodística. El hombre dice que nadie se explica por qué estos jueces le hicieron este favor a la Presidenta. Sólo eso sobraría, para eximirse de todo otro comentario, desde el momento en que juzga una sentencia judicial como exclusivamente medible en especulación política y no por su análisis técnico y de volumen democrático. Pero tan aparatosa conclusión no le bastó y afirma luego que el fallo de la Corte sacó a los triunfantes líderes opositores, con un golpe preciso, del centro de la escena. Recórcholis: ¿cuán “notable” fue la derrota oficialista y cuánto de potentes son los “líderes” (?) triunfantes si no son capaces de sobrellevar una sentencia adversa? Esa “paliza” sufrida por el kirchnerismo, o esa ratificación de que sigue siendo la fuerza nacional más sólida; ese Sergio Massa que volvió a emerger como la gran chance de restauración conservadora, o ese mero alcalde de Tigre al que le aguarda la superación de saber rejuntar voluntades en comicios legislativos de escala intermedia; esa renovada derrota del oficialismo en los distritos decisivos o esa percepción de que aun así los pingos se ven en la cancha de las elecciones presidenciales, duraron mediáticamente lo que canta un gallo. El fallo de la Corte en respaldo a la ley de medios ni siquiera dejó en pie que ganó Racing. La oposición tan presunta y gallardamente vencedora quedó en orsay, empezando por la mudez semántica del alcalde tigrense, continuando por Elisa Carrió como la única desorbitada que anunció promoción de juicio político contra el presidente de los supremos, y rematando con unos periodistas que fueron a la OEA a quejarse de que están amenazados porque tienen todos los recursos para decir todo lo que se les antoja. ¿Cómo fue que pasó esto? ¿Cómo es que un episodio judicial liquida, al toque, las repercusiones de una votación general caracterizada cual comienzo de fin de ciclo? Obvio que fue y es porque resultó perdedora una corporación notable, emblemática, enormemente poderosa. Pero mucho antes que eso debe tomarse nota de qué le ganó, no importa si de manera total o parcial. Le ganó una firmeza, una vocación, un poner fichas contra quien era invencible, una creación de clima progre y decidido, un triunfo de la política cuando parecía que los grandes políticos y la gran militancia social se habían extinguido en los brazos neoliberales de los grandes dueños de la economía. Eso es lo que ganó. Y porque ganó esa épica es que un veredicto electoral puede aparecer evaporado, debido a que lo macizo no es lo pasajero sino la reconstrucción de un sentido colectivo más justo y solidario. A la altura significativa de haber bajado el cuadro de Videla, de la Asignación Universal por Hijo o de la reestatización de YPF, el fallo de la Corte acompaña lo bueno que le pasó a la Argentina desde 2003.
El jueves pasado a la noche, en ronda periodística, se recordaba el horrible desempeño que tuvieron los letrados de Clarín durante las audiencias públicas de agosto. Una falla pomposa y resaltada por el contraste con la brillante intervención de Graciana Peñafort, abogada de la Afsca. Se coincidió en que ese yerro improbablemente pudo servir para cambiar algún voto del tribunal, pero también en que acaso reforzó convicciones. La pregunta generalizada, ya circulante en muchos y variados sectores tras aquella ronda de amicus curiae, era, es, cómo puede ser que una de las corporaciones más influyentes del país no recurriera a profesionales de otro nivel para encarar semejante contienda. Del mismo modo, como la decisión de la Corte habría causado sorpresa en El Grupo, hubo el interrogante de cuáles fuentes tribunalicias maneja tamaño emporio. Desde hace, de mínima, tres semanas, el mundo periodístico bien informado contaba con el dato de que Santiago Petracchi votaría a favor de la constitucionalidad de la ley, quebrando un relativo empate entre los seis miembros restantes (lo cual se corroboró a través de las disidencias totales y parciales del dictamen). Un colega de esa tertulia, que nucleaba a gente de los medios con diversas proveniencias y extracciones ideológicas, dijo entonces algo de una sencillez terminante: “Es el acostumbramiento a la impunidad”. Todos acordaron, porque cómo negar que es así. Clarín consiguió demorar cuatro años la aplicación de una ley votada por mayoría categórica, es cierto. Quizá no haya antecedentes de episodio análogo en lugar alguno. Y es igualmente cierto que la cosa no terminó: en las chicanas jurídicas, vuelve a empezar. Terminada la guerra respecto de un vértice de legalidad clave, y como ya indicaron observadores y cronistas de simpatías gubernamentales y opositoras, se viene por parte de El Grupo la guerra de guerrillas, la táctica foquista o como quiera llamársele a seguir judicializando cada paso que debería dar en dirección a cumplir lo ordenado por la Corte. Los jueces amigos no se esfumaron y la apuesta será llegar a 2015 sin haberse desprendido de nada de lo que les sobra, confiar en el candidato que propagandizarán hasta en la sopa –abierta o subrepticiamente– e impulsar una contraofensiva parlamentaria. En simultáneo, al Gobierno le aguarda ya mismo el desafío de demostrar que la derrota judicial de Clarín es empática con más y mejores medios; más y mejores sustentabilidad económica, diversidad y programaciones, a cargo de más y mejores actores mediáticos profesionalizados. Hay logros, pero falta demasiado. Y mucha parte de lo faltante es producto de un kirchnerismo que, en alguna medida, se durmió en los laureles al cabo de sancionada la ley de medios. El Gobierno tuvo y tiene una visión que peca en exceso de “industrialismo” televisivo. Procedió, y hasta hoy procede, como si sólo se tratara de combatir contra la prédica perforadora del Trece o TN. Como si únicamente fuera cuestión de que, por arte de magia o influencias, aparecerá de la noche a la mañana un grupo reemplazante en condiciones de sustituir, desde el palo, las habilidades de Clarín. Así es, aunque la cita suene frívola, que si Lanata mide bien salen a competirle con el fútbol. Esa –entre otras cuantas– es una artimaña legítima en la lucha por construir poder simbólico (que vaya si es poder). Pero como política de comunicación es renga, en tanto fin en sí mismo. El choque no se relaciona, en lo nodal y apenas como ejemplo, con quiénes se harán cargo del canal de aire. Más todavía: dicho en plata, la prioridad de El Grupo no pasa por Canal 13, ni por Radio Mitre, ni por la 100, ni menos que menos por sus señales de cable (TN, Volver, TyC Sports, Metro y compañía). Le importan como factores de presión y eslabones que hacen al corpus de que debe jactarse un multimedios enérgico. Nunca como negocio determinante. La crema es Cablevisión, que explica el 90 por ciento del origen de las utilidades de Clarín, y que en alguna instancia, a partir de ahora, no debería superar el 35 por ciento del mercado. Todo el resto, centralmente, es una tela que sirve a los intereses ideológico-corporativos desde la fijación de agenda. Desde ya que ese aspecto es importantísimo, porque significa la integración entre sanidad económica y construcción política. Pero no es el campo único. El logro de un espectro radiofónico y televisivo más amplio, pluralista y profesional no puede quedar reducido a lo que debiera achicarse Clarín, que con suerte será un pequeño porcentaje en sus proporciones cuantitativas.
Sin embargo, y sin perjuicio de esas advertencias, el dictamen de la Corte tiene un valor apabullante acerca de lo que es posible conquistar cuando hay decisión política de enfrentar a los grandotes. Una entereza que –debe subrayarse– es producto de quienes no cejaron en la lucha por una ley de medios de la democracia. Veintiséis años de lucha, más los cuatro de yapa de que dispusieron los pobres grupos afectados. Alfonsín, a quien de paso vale reivindicar al cumplirse este aniversario redondo del retorno a las urnas, intentó pero no pudo o no supo. Más lo primero que lo segundo, en opinión del firmante, habida cuenta de todos los frentes que tenía abiertos cuando no había confianza absoluta en la estabilidad de la hija recién parida. Menem les dio todo lo que querían, y Kirchner, tras el jugueteo impuesto por su debilidad iniciática o por convicciones entonces blandengues, los enfrentó de una vez por todas. Pero en medio, siempre, hubo la tenacidad de los imprescindibles. Es la celebrada hora de reconocer a tanto militante suelto y orgánico, a tanto activador gremial, a tanto organismo de derechos humanos, a tantos colegas, a tantos intelectuales jugados, a tantos comunicadores marginales; a tantas charlas, seminarios y conferencias motorizados en soledad en los lugares más propicios y en los más perdidos, en los más progresistas y en los más conservadores, por la gente que no se rinde jamás.
Gracias a todos ellos. Las elecciones pasan, se ganen o se pierdan y se interpreten como se interpreten. Pero lo que tiende a quedar son estos sellos. Estas marcas de lo que puede alcanzarse en beneficio popular cuando se juntan aspiraciones y decisiones. Nadie, con honestidad analítica o salvo que pertenezca al bando de los grandotes, puede no festejar que la política les haya ganado otra batalla a los intocables.

Publicado en Pagina/12 del dia 04/11/13 - opinion de  Eduardo Aliverti

domingo, 3 de noviembre de 2013

MADE IN ARGENTINA

La restricción externa y la balanza comercial


Por Javier Lewkowicz

Analizando sector por sector de la balanza comercial para mostrar cuáles son superavitarios y cuáles son deficitarios, para precisar el desafío del desarrollo económico. La reversión del resultado comercial en los rubros deficitarios es una tarea compleja y prioritaria para la política industrial. No consiste sólo en la sustitución de importaciones, estrategia preferida en la década del ’50 y ’60, porque la globalización de las cadenas de producción por parte de las empresas impide llegar a productos “ciento por ciento” nacionales. La estrategia es mejorar la inserción exportadora en diversos segmentos industriales y de bienes de alto valor tecnológico.

La economía argentina registra una dualidad estructural de larga data que resulta central para comprender problemas de raíz. Según los datos recopilados por Cash, entre enero y agosto de este año sólo 7 de los 31 sectores de la producción de bienes y servicios mostraron superávit comercial. Del privilegiado grupo que pudo generar divisas, el 90 por ciento de los dólares ingresaron por la venta de alimentos, bebidas y productos primarios del agro. Del otro lado, la manufactura, que genera más empleo y utiliza de forma más intensiva la tecnología, acumuló un déficit superior a los 20 mil millones de dólares, excluyendo a la energía.
Desde el punto de vista de lo deseable, la Argentina no debe dejar de ser inclusiva en los próximos años y décadas. La caída de la desigualdad y la mejora en las condiciones laborales requieren de un aumento del empleo y los salarios. El resultado es un mercado interno fuerte, que presiona sobre las importaciones de bienes, insumos y maquinaria y permite a las empresas extranjeras ganar dinero que luego giran al exterior. Entonces se produce una presión estructural sobre la disponibilidad de divisas.
El único camino sostenible desde el punto de vista de la soberanía económica es tener superávit de cuenta corriente, donde sobresale la balanza comercial, que registra el intercambio de bienes con el exterior. Esto no elimina la posibilidad de tomar deuda externa para financiar proyectos de infraestructura prioritarios o incluso para salvar una situación de stress en el sector externo, así como tampoco de apelar al incentivo a la inversión extranjera (IED). Pero hacer del aporte de la deuda y la IED el nudo de la estrategia implica someterse a la voluntad del mercado y de las transnacionales. Y el desarrollo económico no es un camino de rosas. Si la periferia se desarrolla, pierden las economías centrales. Nadie quiere financiar de buena gana un modelo de desarrollo que discuta la ganancia del propio financista.

Dualidad

En los ocho primeros meses del año el superávit comercial fue de 6292 millones de dólares. Ese total se obtuvo a partir del ingreso de divisas por parte de 7 sectores de la producción por un total de 34 mil millones de dólares y un déficit de los 24 sectores restantes de 27.700 millones. Hilando más fino se percibe que de los 34 mil millones que consiguieron los sectores superavitarios, 30 mil millones, el 90 por ciento, se explica por la elaboración de alimentos y bebidas (17,4 millones) y por agricultura, ganadería y caza (13,3 millones de dólares). Entre los deficitarios, maquinaria y equipos explica el 40 por ciento del déficit (11.200 millones), energía representa el 21 por ciento (5800 millones), el sector químico un 13 por ciento (3700 millones) y vehículos y equipos de transporte el 11 por ciento (3070 millones).
Esos datos reflejan una dualidad estructural, porque sólo los sectores que aprovechan las ventajas comparativas del país en materia agropecuaria son superavitarios y aquellos que requieren de un enorme esfuerzo colectivo para desarrollar habilidades especiales no vinculadas a los recursos naturales son deficitarios. Pero, retomando, si la cuestión es tener divisas comerciales para financiar el crecimiento, ¿por qué debería tener relevancia qué es lo que vendemos y qué compramos?
Tener un sector productor de alimentos altamente superavitario es una condición necesaria para el desarrollo nacional. Es la actividad donde el país tiene más productividad por sus condiciones naturales pero también por muchos años de experiencia y capacidad acumulada por las empresas. Ningún país quiere descuidar ni un solo mercado que le permita mejorar su ecuación comercial. Los sectores primario y de manufacturas agropecuarias no son las excepciones, ni siquiera para los países desarrollados.
Según el International Trade Center, que depende de la Unctad, Argentina es el segundo exportador mundial de cereales. Pero no comparte las primeras posiciones sólo con países subdesarrollados: el primer puesto es para los Estados Unidos y el tercero para Francia. Le siguen India, Australia, Canadá, Ucrania y Brasil.
En las ventas de aceite de semilla, frutas orgánicas y granos, los líderes son Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, Holanda y Australia.
En aceites vegetales, Indonesia, Malasia, Argentina, Holanda, Estados Unidos y Ucrania.
En residuos de la industria alimentaria y alimento para animales el orden es Argentina, Estados Unidos, Brasil, Holanda, Alemania, Francia, China, India.
La conclusión es que los países que tienen condiciones para exportar alimentos, las explotan y mucho.
El problema para la Argentina es que esos dólares no alcanzan. Llegan con lo justo en el contexto actual de precios internacionales todavía altos, pero un deterioro de los términos del intercambio, que encima es un escenario probable, pondría al sector externo en alerta rojo. Además, el agro tiene un techo de producción que es la superficie cultivable. E incluso si las divisas alcanzaran, existen otros problemas. Se trata de sectores que ocupan poca mano de obra, algo que atenta contra el objetivo primero de tener una economía inclusiva y que tienda a la justicia social. El caso extremo es el de los países petroleros de Medio Oriente: un ingreso per cápita altísimo con un grado de desigualdad social mayúsculo.
Por otro lado, la explotación de los recursos naturales en una escala tan grande supone problemas de sostenibilidad ambiental que es necesario no menospreciar y que requieren de un alto (y arduo) consenso social.

Déficit

La información desagregada del balance comercial enero-agosto 2013 muestra que el sector más deficitario es la fabricación de maquinaria y equipo (-5300 millones de dólares) que actúan sobre los materiales (como manejo, rociado, pesado o embalado), incluidos componentes que aplican fuerza que se utilizan en actividades industriales, de construcción, ingeniería y agricultura. Le sigue sustancias químicas (-3750 millones), que incluye plaguicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes, tintas y curtientes, entre otros. En tercer lugar aparece el sector de energía, con un saldo negativo de 5800 millones de dólares, por las compras de gasoil para abastecer a las centrales térmicas y de gas para el consumo.
El intercambio de vehículos automotores, remolques y semirremolques y de otros tipos de transporte demandó más de 3000 millones de dólares. Allí se incluye autos, equipos de transporte industrial, chasis, tractores, partes eléctricas de autos, carrocerías y otras autopartes. En tanto, maquinaria y aparatos eléctricos requirió casi 2000 millones de dólares, por las compras de motores, generadores y trasformadores, baterías y equipos de iluminación. Le sigue equipos, aparatos de radio, televisión y comunicaciones, con 1450 millones, y máquinas de oficina, por 1444 millones, que se explica en buena medida por la actividad de las firmas en Tierra del Fuego.
Los países desarrollados sí tienen un liderazgo indiscutible en los rubros de manufactura intensiva en tecnología. En equipamiento eléctrico y electrónico el primer exportador es China, seguido de Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea y Singapur.
En maquinaria, reactores nucleares y calderas, China, Alemania, Estados Unidos, Japón, Italia y Holanda.
En fertilizantes el orden es Rusia, Canadá, China, Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bielorrusia y Bélgica.
En productos farmacéuticos, Alemania, Suiza, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Irlanda.
En ferrocarriles y equipamiento, China, Alemania, Ucrania, Estados Unidos, México, España, Austria y Rusia.
En autos, Alemania, Japón, Estados Unidos, México, Corea, Canadá, China, Reino Unido y Francia.
En aeronaves, astronaves y sus partes lideran Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, Singapur, Italia y Brasil.

Desafío

La reversión del resultado comercial en los rubros deficitarios es una tarea compleja y prioritaria para la política industrial. No consiste sólo en la sustitución de importaciones, estrategia preferida en las décadas de los ’50 y ’60, porque la globalización de las cadenas de producción por parte de las empresas impide llegar a productos “100 por ciento” nacional. La mejora en el resultado entonces también estará ligada a una mejor inserción exportadora en segmentos industriales donde el país esté bien posicionado, ya sea por contar con un mercado interno fuerte, empresas públicas que actúen de estímulo y del sector privado que acumulen experiencia y mano de obra calificada. Nada de “esto se resuelve fácil”, como muchos políticos y economistas plantean en la televisión

Saldo comercial

–Diferencia entre exportaciones e importaciones, en dólares, de enero a agosto de 2013–
Sectores superavitarios
Alimentos y bebidas17.449.178.436
Agricultura, ganadería y caza13.347.837.377
Metales comunes1.335.059.986
Organizaciones y órganos extraterritoriales1.246.062.904
Minerales metalíferos391.724.694
Marroquinería270.700.761
Producción de madera11.600.586
Total34.052.164.744
Sectores deficitarios
Tabaco13.613.234
Pesca14.905.640
Otras minas y canteras32.601.272
Silvicultura y extracción de madera43.304.126
Edición e impresión60.067.284
Prendas de vestir y teñido de pieles121.191.857
Carbón, lignito y extracción de turba148.674.544
Electricidad, gas, vapor y agua caliente226.781.056
Minerales no metálicos238.048.368
Papel y de productos de papel425.800.411
Productos textiles456.042.516
Muebles; industrias manufactureras520.013.414
Otros tipos de equipo de transporte666.266.174
Productos de metal, excepto maquinaria y equipo703.296.013
Productos de caucho y plástico929.767.840
Instrumentos médicos, ópticos y relojes1.066.276.304
Maquinaria de oficina, contabilidad e informática1.444.275.636
Equipos de radio, televisión y comunicaciones1.450.824.998
Maquinaria y aparatos eléctricos1.934.496.729
Autos, remolques y semirremolques2.404.714.363
Petróleo crudo y gas natural2.747.658.704
Coque, nafta y combustible nuclear3.051.622.739
Sustancias y productos químicos3.752.318.815
Maquinaria y equipo5.311.087.309
Total27.763.649.346
Saldo comercial6.288.515.398

Fuente: Elaboración propia en base a datos oficiales.
Publicado en el Suplemento Cash de pagina/12. El 03/11/13. Por Javier Lewkowicz