lunes, 29 de julio de 2013

Una campaña sincera

Por Eduardo Aliverti
Hay quienes se manifiestan sorprendidos por el bajísimo nivel que muestran, si no todos, la gran mayoría de los spots de campaña lanzados esta semana. ¿La sorpresa no sería que sucediese lo contrario?
En líneas generales, las críticas apuntan al papel del ridículo en que caen fuerzas y candidatos. Algunas piezas son francamente desopilantes en ese sentido, al punto de tener que preguntarse si los creativos publicitarios sufrieron un ataque masivo de pereza o falta de ingenio. También cabe admitir que, por mayor inventiva de que pudiera disponerse, es imposible que el chancho chifle. En todo caso, sería exigible que, si no cae una idea, por lo menos no se incurra en el grotesco. Es preferible la reiterada insipidez absoluta de ciertas convocatorias, del tipo de “Juntos Podemos” y en el que confluyen Vilma Ripoll y el rabino Sergio Bergman; o de remarcar la necesidad de abrazar a un enfermo y sonreír, a poner gente grande como cocinera de menús políticos. O mostrar a una familia dividida entre Argen y Tina. Pero: tanto la bobería de juntar a no se dice quiénes para poder no se dice qué, como mostrar que estamos partidos al medio y que se cuenta con una fórmula mágica igualmente invisible, a fin de amucharnos a todos en el paraíso cual si la política no fuese el ejercicio del conflicto, responden a la misma concepción de no tener nada que decir que pueda decirse. El sociólogo Luis Alberto Quevedo subraya en torno de eso la profunda contradicción del generalizado mensaje opositor. Por un lado, llaman a la concordia nacional, a terminar con las diferencias de una vez por todas, a esa cosa insultante contra el sentido común que es estar a favor de la felicidad. Pero por otro, disparan que se trata prioritariamente de acabar con el kirchnerismo, de frenarlo a como dé lugar, de ignorar a la amplia porción de la sociedad que por los motivos que fueren continúa respaldando al Gobierno tras diez años de gestión. Ella o Vos, estamos hartos, cambiar el fracaso, parémosla, y tantos símiles, trazan un eje que excita lo imperioso de confrontar, bien al revés de lo pregonado. Los exabruptos de brusquedad u ordinariez que hay en el oficialismo, en cambio, son más excepción que regla. La línea propagandística del Gobierno no es la tontería de los llaveros de Moreno, objetivamente. Está asentada en mostrar gestión con Cristina a la cabeza y a partir de ahí se puede estar de acuerdo o estallar de bronca, porque la imagen de la Presidenta no suele generar términos medios. Justamente, también podría cuestionarse que esa centralidad es excesiva; que minimiza, sobre todo, a un encabezamiento de lista bonaerense necesitado, todavía, de mayor conocimiento público. Pero, en su conjunto, la campaña oficialista no es acusable de instalar difamaciones, ni de emplazar a choques frontales y fundados en el antitodo. Podrá ser imputable en otros aspectos. No en ése. ¿Qué diría, entonces, la lógica más estricta, si se le pregunta quiénes son los que verdaderamente portan un mensaje de odio o enfrentamiento?
El otro extremo son las ondas de amor y paz que tiene por único discurso el candidato principal del Frente Renovador bonaerense, y que, por esa vía aparentemente tan distinta, concluye en el mismo puerto de insustancialidad. Como se sabe, Mauricio Macri le pidió al intendente de Tigre que aclare si las fuerzas de ambos son aliadas, porque, según el alcalde porteño, la gente le pregunta si Massa “es o no de los nuestros”. Pocas horas después, Macri reforzó esas afirmaciones aunque agregó que tiene “la esperanza de que el massismo le ponga un límite al kirchnerismo”. Y Massa le contestó con una de esas frases que, más que de cuño propio, corresponden al evangelio de cómo dar vueltas sin decir nada nunca: “Nosotros armamos una fuerza política que tiene la capacidad de convocar a todos los sectores sin distinción, porque tenemos la vocación de abandonar las peleas del pasado para construir el futuro”. Una respuesta como ésa no merecería muchas consideraciones que digamos, aunque después habrá de volverse sobre si acaso la nadería no encierra toda una definición. Pero el resto es infartante. Hay candidatos del PRO en cerca de cuarenta listas de Massa (sí, cuarenta), en otras tantas localidades de la provincia, para que Macri le pregunte públicamente si son aliados y el tigrense le conteste que la lluvia es agua que cae del cielo. No conforme con eso, el jefe de la Ciudad deposita en otro la fe de que se pueda acabar con el kirchnerismo. Por idéntico precio, es el mismo otro a quien le reclama despejar las dudas en torno de si no es un kirchnerista encubierto. Como comedia de enredos es maravillosa. Y como observación política resulta dramática, al menos para quienes se pretenden desprevenidos acerca de qué representa Massa y de la ninguna vocación de (mayor) poder que tiene Macri. Si éste espera que el ex jefe de Gabinete produzca alguna enunciación impactante y que lo exhiba sin titubeos como el hombre de derechas que es, puede seguir esperando. El juego de Massa no pasa por ahí, ni de lejos. Y de manera análoga, lo que curiosa o no curiosamente algunos medios de la oposición denominan “centroizquierda” no irá más allá de machacar sin descanso contra la corrupción. Ese es su comienzo y final discursivo. Por fuera de eso, si es por propuestas, suena inaudito armonizar el ideario ideológico de Solanas –el histórico, claro– con el de Carrió; o vestir de progresista al votador de Capriles, quien ofrece como idea de “pacificación” una parrilla llena de chorizos.
Pareciera que la contienda se centra en los medios de comunicación y no en la lid de las elecciones propiamente dicha. Titulan que “en campaña, anuncian el reintegro de Ganancias del aguinaldo”. Y copetean que “lo hizo la Presidenta, en medio de la batalla electoral”. Pero no titulan que en campaña Macri inauguró el metrobús. Más aún, se exultaron sin empacho sobre el “éxito” de esa vía de transporte colectivo cuando recién se lanzaba. Es de desear que sea un éxito, desde ya y quede bien claro, porque implicaría una mejora en la cotidianidad de muchísima gente; pero no hay forma de justificar que se lo designe así, sin que medie un período de comprobación empírica. De ésas hay cantidades agotadoras en las páginas de los diarios, en los zócalos televisivos, en los portales, en los boletines radiofónicos. Enseguida, parecería eso de que es por los medios donde circulan los debates o combates auténticos. A juicio de este comentarista, que sea así –y vaya si lo es, desde el momento en que la agenda opositora la manejan corporaciones de prensa y algunos periodistas en particular, con su réplica en los medios oficialistas– no significa que en el terreno electivo no haya ideas. Hay y son las mismas, en verdad, sólo que presentadas de otra forma. Más solapada, quizá quepa decir, y a la par con una más alta o explícita caída en lo caricaturesco porque rige el sometimiento a tiempos y fraseología muy breves. O acaso será que sólo semeja todo eso. Quevedo sostiene que hay una frontera demarcatoria entre lo circulante por los medios y el global del resto de la campaña (que no consiste solamente en los spots de radio y tevé, por si fuese necesario aclararlo, sino en una totalidad de signos diversos). Sin embargo, agrega el sociólogo, esa raya divisoria actúa como sintonía complementaria. Los medios y colegas opositores, por la virulencia que despliegan en cantidad y calidad, son el primer frente de ataque gracias a su goteo o inundación permanentes de denuncismo y negatividad totales, despiadados. Y lo que se reconocería como campaña específica, técnicamente hablando –audiovisuales, afiches, recorridas callejeras, actos (muy pocos hasta ahora, dicho sea de paso), gestos de presentación y contestaciones en programas periodísticos y de entretenimiento, etcétera– podría apuntarse como “línea blanca”: candidatos que, excepto la izquierda “dura” y con Massa como expresión máxima junto a los satélites de otras fuerzas pero estilo similar, aderezan todo cuanto dicen mediante la advertencia de que el llamado de la hora es hacer amigos, dejar de pelearse, recomponer a los miembros enemistados de la familia y otros conceptos de similar profundidad. Es lo que el semiólogo Raúl Barreiros sindicó en las declaraciones publicadas ayer por este diario, al examinar el spot de Macri: “Lo importante es la sensación de que son un grupo de gente que se ríe, se abraza, se toca, como en los breves jardines de Londres. (...) Muestran la ‘calidad de gente que son’. Está esa idea de ‘quiero ser como eso’. (...) No plantean ni un programa breve de gobierno; ni siquiera intenciones que puedan ser pensadas como atractivas ideológicamente”.
En consecuencia, se da una suerte de paradoja. La impresión es que, en efecto, se trata de una campaña que esconde más que lo que muestra, porque casi ninguno se anima a desnudar sus verdaderas intenciones, so pena de favorecer al kirchnerismo si ostentan que le derrumbarían, inclusive, todo lo bueno que hizo. Pero en realidad, gracias a ese presunto vacío de ideas expresado en cuanta manifestación pública se quiera, lo que hacen es confesarlo abiertamente. Nunca hay vacío de ideas. Si te dicen que la política es unir, te dicen que van a unirse con los que no le traen ningún problema a los sectores del privilegio. Si te dicen que hay que cortarla con el pasado, te dicen que van a volver a él. Si te dicen que llames a los amigos que perdiste por la política para de nuevo comer choripanes todos juntos, te dicen que la política del Gobierno es darle choripanes a los negros que cargan en los micros.
Y si no te dicen nada, es que están diciéndote todo.
Publicado en pagina12 el 29/07/13

lunes, 22 de julio de 2013

F.Merides Truchas



Actualidad Pura...

La Vaca Flora

Por Eduardo Aliverti
Quizá no es curioso, pero sí interesante. Pasado un mes largo desde que concluyó el plazo para presentación de listas, y tres semanas desde que se oficializaron los candidatos, ninguno de los temas predominantes se relaciona con la campaña electoral. No, al menos, en forma directa. O: si es por propuestas concretas, explicitadas, no hay modo de encontrar alguna que no fuere frenar al Gobierno como sea. Parar al kirchnerismo. Los spots que comenzarán a difundirse en estas horas no permiten imaginar nada diferente.
La diferencia –se supone archisabida– es que de los K se conoce acabadamente qué son y hacia dónde van, o podrían ir, tras diez años de gestión y enunciación de rumbo ratificado (con la salvedad, ya expresada en esta columna, de que al oficialismo –según análisis y gusto personal– le restaría marcar algunas o varias ideas-fuerza específicas, ligadas más a lo faltante que exclusivamente a lo hecho). En cambio, de la oposición sólo se advierte que no se le cae o no expresa una provocación propositiva, ni una sola, ni de lejos, por fuera de lo señalado hace unas líneas: acabar con este modelo, restituir la República que nunca dicen cuándo estuvo ni dónde estaría, mandarlos presos a todos, etcétera. Luis Bruschtein lo destacó en su columna de anteayer en este diario, a propósito de ese odio destilado por los barrabravas de las redes sociales que se extiende al corpus argumentativo de la oposición. Su invento “superador” radica en Sergio Massa. Es la más grande construcción mediática de que se tenga memoria reciente tras haberse certificado que todos eran y son un cuatro de copas. Un ancho falso, para ser magnánimos. El intendente de Tigre se benefició con el espectacular negocio inmobiliario de Nordelta, puso unas cuantas videocámaras callejeras para registrar delitos y, a partir de ahí, lo catequizaron como un espécimen de peronista reciclable capaz de ser el yerno que casi toda suegra rogaría. Bien consciente de eso, gracias a los cálculos que apuntan a la imagen de muchacho con buenas intenciones, el propio Massa ya dijo que habrá de mantenerse en “el centro”, sin correrse jamás, por mucho misil que le enfoquen y disparen. Va a los programas de televisión de las madres y las novias, digamos, contando lo que le gustan las pastas domingueras en familia y parloteando lo bueno de no pelearse con nadie. ¿Cómo es en política no pelearse con nadie? ¿Cómo es dejar a todos satisfechos? Desde su propio palo admiten que es imposible descubrirle en Massa una definición profunda respecto de algo, pero muchísimo cuidado con considerar inocente ese perfil: no hay nada más ideológico que hacerse el desentendido. La (parte de la) clase media que compra Massa es la misma que compró De la Rúa, si es por apostar a un modelo con pinta de caballerosidad republicana que no joda sus intereses. Massa es quien acaba de firmar en escribanía que sus legisladores habrán de retirarse antes de suscribir alguna chance de recontraelección de Cristina, como si eso fuese una propuesta de algo. Hubo, en la mismísima derecha comunicacional, quienes fueron capaces de decir, reconocer, que, si un candidato a lo que fuera tiene que ir al escribano para garantizar una promesa, significa que necesita de sobreactuación para que se le crea.
Los dos temas primordiales de la agenda publicada –excluyendo el show interminable del caso Angeles Rawson y el aquelarre del centro porteño por un corte de calles, el jueves pasado– resultan ser los antecedentes del nuevo jefe del Ejército y el acuerdo de YPF con la petrolera Chevron. Sobre el general César Milani no debería tardarse mucho hasta encontrar la verdad de su actuación en la dictadura, aunque lo meneado hasta ahora sea suficiente para asombrarse. No hay término medio entre si este militar fue un represor de aquéllos, según las acusaciones volcadas, y si carece de historial sustantivo al respecto. Los organismos de DD.HH., nada menos que con el CELS a la cabeza, insisten en no contar con elementos probatorios contra Milani. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, ya subrayó que es el cuarto ascenso de Milani y que el Gobierno está sorprendido, porque en ninguna de las instancias anteriores se generó semejante cuestionamiento. La base de las imputaciones es el testimonio de un ex preso político, Ramón Olivera, quien señala la participación de Milani en los interrogatorios a que fue sometido en 1977 tras su detención ilegal en La Rioja; también en la captura de su padre, y en la desaparición del conscripto Alberto Ledo. Se sumaría lo injustificado de su incremento patrimonial, pero son cuerdas separadas. Y si se comprueba que Milani fue lo que dicen que fue, al Gobierno no le queda más que retroceder sobre sus pasos y reconocer que se le escapó la tortuga. Pero lo asombroso es que nadie se dio cuenta de lo que sería su prontuario. Que Ramón Olivera aparece como acusador de la noche a la mañana, por mucho que deba contemplarse la invisibilidad de que son víctimas las denuncias habidas desde el interior profundo. Y que es más llamativo todavía observar a todos los medios de la oposición concentrados en el asunto.
En cambio: el tema YPF-Chevron puede someterse a apreciaciones subjetivas que, sin embargo, en algún punto, contactan con las eventuales especulaciones electoralistas de la cuestión anterior. Por empezar, es cierto que hace ruido haber nacionalizado la compañía petrolera y ahora establecer un convenio con la firma que supo fundar Rockefeller. No hace al romanticismo del relato oficial, por más que, igualmente, las cosas no son como dijeron que son. Los tipos tienen que invertir una montaña de dólares para llevarse, en la mejor de las probabilidades, un porcentaje menor al cabo de cinco años. Aportan el asesoramiento, el know-how, pero el trabajo técnico, los equipos, la dirección, los tiene YPF. No porque lo haya dicho Axel Kicillof. Porque es lo que se firmó. La existencia de “cláusulas secretas” –hasta donde se conoce– es una chicana. Y lo concreto es que alguien tiene que sacar el combustible para hacer funcionar económicamente el mediano-largo plazo, salvo que quiera anclarse en una cosmovisión algo extraña. La clave es si dirige el Estado o las corporaciones, mientras se acepte que lo estatal viene jugando, más o menos, a favor de las necesidades de las mayorías. Empero, como en tantas otras oportunidades, puede proponerse el juego de que todo lo que se cuestiona con tanta fruición es aceptable y hasta pasible de acuerdo firme. Para el caso, que acordar con Chevron es traición kirchnerista a la dialéctica propia. Y que el episodio Milani desnudaría las contradicciones de la “fábula” oficial, acerca de la política de derechos humanos. ¿Qué queda? ¿Creer que los medios y dirigentes opositores están sensibilizados con la lucha mapuche en el reducido terreno de Vaca Muerta sometido a exploración? ¿Creerle indignación antidictatorial a Morales Solá? ¿Aceptar que la maquinaria de destrucción contra el oficialismo proviene de un repollo que crece de casualidad los domingos a la noche? ¿Asimilar que motorizan las denuncias contra Milani quienes se manifestaron repodridos de seguir hablando de la dictadura?
¿Cómo se hace para no coincidir con la Presidenta cuando dice, como dijo en público, que son la Gata Flora? Si el que apunta que estamos entregando la soberanía por haber acordado con Chevron es Pino Solanas, pongámosle que es discursivamente coherente. Lo mismo si vocifera Altamira, o alguna agrupación universitaria con oratoria de izquierda radicalizada. Pero si el dedo acusatorio es de Carrió, de Prat-Gay o de Adolfo Sturzenegger, quien supo proponer la privatización del Banco Nación y de la recaudación estatal (ver archivos del diario La Nación, ediciones del 1/10/2000 y 5/09/1999, respectivamente), esto es una comedia patética. Insuperable. Terminal. Otro que habló de “un país de rodillas” es Martín Redrado, designado por Carlos Menem al frente de la Comisión Nacional de Valores en 1991. Prat-Gay, tras la aprobación de la ley 26.671 que estatizó YPF, expresaba a comienzos de mayo de 2012 que “el proyecto propone inversiones extranjeras, pero difícilmente vengan mientras se haya intervenido una empresa sin aval judicial...”. Un columnista de lo que se llama “la Corpo” escribió, citando fuentes innominadas, que el acuerdo de YPF con Chevron frena inversiones externas porque –entre motivos varios– hay cuestionamientos de comunidades indígenas. Es maravilloso: el establishment preocupado porque los indios están cabreros. Cambió la seguridad jurídica. Antes era que el FMI enviaría todos los jinetes del Apocalipsis si el país osaba enfrentarlo. Ahora es que la juridicidad internacional puede favorecernos en la medida en que Argentina respete derechos de los pueblos originarios. ¿Están hablando en serio? ¿El gorilaje, los menemistas, la muchachada de las AFJP, inquietos por la entrega de la soberanía energética? No jodan.
Natalio R. Botana, “columnista invitado” en Clarín del domingo 14 de julio último, dice que “el reparto equitativo de bienes públicos (educación, seguridad, salud, transporte) se desperdicia en medio de incompetencias, corrupciones y pérdida de vidas”. Se queja, enroscado en una prosa de difícil acceso que disimula relativamente bien la necesidad de acabar con, diríase, estos negros que mejoraron sus condiciones de vida. Botana. Apellido ilustre, o lustroso. Pero ni ese tipo de apellidos les sirve ya para ocultar que lo que no soportan es tener un negro abajo que suba o haya subido un poco, un poquito, un algo.
Es en esa tensión que se juega lo que empieza a votarse dentro de unos veinte días.

Publicado en pagina12 el dia 22/07/13

sábado, 20 de julio de 2013

Ignacio Copani se hace cargo y milita

Ignacio Copani volvió a utilizar una canción para dar a conocer sus opiniones políticas y para contestarles a sus detractores. Como hizo hace algunos días con la creación dedicada a Sergio Massa, en la que utilizó únicamente la A como vocal:

Cantata para la Fachada

Mamá Massa arranca a la mañana...
Gran mamá... Mamassa...
Ama a las plantas...
Amasa pastas, las sala, arma la salsa, asa a las brasas papas, calabazas, blandas carnazas.

Llama a Massa...
Bajá !... Basta para la cama !
Massa capta la llamada . Acata a la mandamás.
Alza las gambas... Larga las sábanas... Salta... Lava la cara...
Pasa a la sala.
Chapa naranjas, manzanas, bananas, las manya.
Canta sagradas alabanzas al barba.
Hasta canta baladas. Ama a Abba, a Maná, a Paralamas. A Bandana.

Abaraja maracas para danzar salsa, samba, lambada. Gran galán.
Palmas ! Palmas ! 

Arranca Massa.
Va a armar gran campaña para atrapar a las capas más altas....
A las bajas, Massa manda sarasa... Bla bla.
Tanta sanata cansa.

Campaña rara.
Massa falta a la palabra.
Massa amaga... Va para acá... Va para allá...
Massa avanza para atrás.
Calza máscaras.

Massa saca as a la manga...
Abracadabra...

Llama a la Casa Blanca... (what´sapp... llamada más barata)
Barak ? Pasá data !!!
Magna Alma manda a Massa a acaparar ratas agazapadas.
A mangar plata a tranzas, a amparar lacras.
Llamada acabada.

Massa raja al canal.
a Paka paka ??? Naaaa...
Al canal más garca a hablar a Lanata.
Massa garpa.
Grasa plaga zarpada bajará la caña, lanzará carnada al mar para atrapar a la banda más tarada.
Saldrán a cazar.
La manada rasca bancará la parada para arañar la lata.

Sacará la tarasca . Dará las nalgas manchadas a Massa.
Alcanza para ganar ???
Falta.
Falta más campaña.
Andar hasta la Gran Manzana, hasta Arkansas, Alabama, Atlanta, Kansas..
(Alaska ataca a Kamchatka.)
Panamá... Canadá... Jamás a La Habana.
Allá va la dama K.

Ah... Caramba... Gran macana la dama K.
Arrastra.
Da la cara.
Da casas.
Gasta plata a carradas para las masas.
Las abraza.
Atasca la plaza. Arrasa.

La barra mansa más ancha la banca hasta para las malas.
Alzarán pancartas... Pasarán a las casas ...
Armarán charlas... Trabajarán para más hazañas... Para más mañanas ganadas...

Basta !... Sacala Massa !

Massa tratará.... Marcará las cartas... Rayará la cancha ...

Ganará ?
Para nada...
Hasta Massa va a cantar la marcha al acabar la batalla.


Ahora redobló la apuesta para mandarle un mensaje lleno de ironías a Jorge Lanata.
A través de su blog y su cuenta de Twitter, Copani difundió un post de su autoría, que bajo el lema "No te gustó lo de la A? Entonces probemos con la E!", se encargó de ironizar sobre el periodista y conductor de Periodismo para Todos. 
La letra completa: 
Gente de merd. 
Eh... Pebete de web!... Endeble Mequetrefe.. 
Rehén del jefe de ¨TN¨, que ves preferentemente ¨El Trece¨... 
Que de repente tenés fe en el célebre Del Sel ...
En vez de entender el presente, te leés el best seller del descendente Pelele de P. P. T.
El que se vende en T.V.
Desde el retrete en redes, querés que me defenestren.
Que me quemen.
Que me cercenen el pene, me deshereden... 
Que me bese Menem.
Que me pegue Federer de revés, tres sets en el verde césped de Velez.
Que me dejen de querer Esther, Clemente, Mercedes, Belén, Pepe, el ex de Celeste...
Que me den ¨delete¨... The End.
Te creés que en breves meses perderé?
Bebé leche... Tereré efervescente ... Detené el Fernet.
Je Je... Excelente...
Veré reverdecer en creces el temple que estremece...
El del frente...
El frente ¨fetén fetén¨.
El F. P. V.
El de Hebe... El del Che... el de C. F. 
El de Re Re (qué ¨jelepe¨ que tenés...)
Ese de defender el bebé, el nene, el que esté en vejez...
El del deber de vencer.
Enter... 
Send...
Este es Ignacio Copani un Artista comprometido, sin dudas...