“Los 40 millones tienen que garantizar el respeto de los derechos humanos. La memoria, la verdad y la justicia no pueden quedar en manos de un presidente ni de un Parlamento ni de un Poder Judicial”, dijo CFK. Fue el inicio de las actividades de la Semana de Mayo.
Juan Cabandié contó la escena de su entrada a la Escuela de Mecánica de la Armada once años atrás, cuando el predio se recuperó para hacer allí un espacio para los derechos humanos. Le explicó a la Presidenta que sintió que ella y Néstor Kirchner iban a cuidarlo. Cabandié, que nació en la ESMA, había recuperado su identidad poco antes de ese momento. Todos los que estaban allí ayer y escuchaban, también, de pronto fueron transportados a esa infancia. Entonces Cristina Fernández de Kirchner tomó la palabra. “Quiero agradecerte, Juan, lo que sentiste en cuanto a protección –le dijo–, pero quiero decirles a los 40 millones de compatriotas que ya no tenemos que esperar que nos proteja un presidente o una presidenta, tenemos ante la humanidad la inmensa responsabilidad de saber que en este país, los 40 millones tienen que garantizar el respeto de los derechos humanos. La memoria, la verdad y la justicia no pueden quedar en manos de un presidente ni de un Parlamento ni de un Poder Judicial, es el pueblo el que se tiene que empoderar de su propia historia, es el pueblo el que se tiene que hacer cargo de las cosas que nos pasaron, de las tragedias y de las victorias, porque hoy aquí hay una victoria de la vida sobre la muerte, de la memoria sobre el olvido, de la patria sobre la antipatria.” “Hoy aquí –dijo frente a las imágenes de los desaparecidos que cubren con su piel de vidrio, ahora, el frente del ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada– hoy aquí, finalmente ellos, inmortalizados jóvenes, están más vivos y presentes que nunca en todos ustedes y en la historia.” Fue el inicio también de las actividades de la Semana de Mayo. CFK habló de blanco, cubierta por la lluvia fina y constante. El escenario estaba montado frente al ex Casino de Oficiales de la ESMA, eje del centro clandestino que funcionó en el predio de la Armada, por donde pasaron unos 5000 detenidos desaparecidos. Allí la Presidenta inauguró un sitio museográfico que empezó a proyectarse hace más de dos años, y atravesó innumerables reuniones de consenso con organismos de derechos humanos, sobrevivientes y, entre otros, ex familiares de quienes fueron desaparecidos y asesinados allí. El edificio es aún prueba judicial, como ella misma señaló en el discurso, y no fue modificado sino intervenido de modo museográfico.
“Esta historia no podía ser una historia ocultada, no podía ser simplemente un edificio, teníamos que hacer, poniéndonos todos de acuerdo, este lugar, al que no denominamos museo. En el museo se guardan las piezas del pasado –dijo–, en los sitios de la memoria se guarda la memoria, la justicia y la verdad. Y lo hicimos respetando, sin intervenir casi el lugar, y hoy estamos aquí, cumpliendo con ese mandato histórico por convicción, por comprensión, por todo lo que nos pasó. ¿Pero saben por qué? Porque hay mucha vida, porque la memoria no es pasado, para tener memoria hay que estar vivo en el presente, y para tener vida en el futuro hay que saber lo que nos pasó para que nunca más nos vuelva a pasar esto a los argentinos.”
En la mesa larga, al lado de la Presidenta se sentaron la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, Graciela Palacios de Lois, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; Ana Testa, sobreviviente de la ESMA y Cabandié, nieto recuperado y diputado nacional. Desde temprano fueron llegando lo funcionarios: los ministros Alicia Kirchner, Julio De Vido, Axel Kicillof y Florencio Randazzo. Y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, entre muchos otros. Estaban Oscar Parrilli, actual jefe de la SI pero antes gestor de los orígenes del proyecto, y el secretario general de la Presidencia, Eduardo “Wado” de Pedro, responsable de esta última etapa. También fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli y el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, y Máximo Kirchner, su mujer, Rocío García,y el pequeño Néstor Iván. Sobre el palco, a un costado se ubicaron los integrantes del directorio del Ente Espacio para la Memoria, entre ellos el periodista Horacio Verbitsky, titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). En las primeras filas se vio al ex ministro de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni y al fiscal Jorge Auat, titular de la Procuraduría sobre Crímenes del Terrorismo de Estado. Los acompañaban los cooperativistas que trabajan en la puesta al día de los edificios del ex predio de la Armada y hasta el último trabajador que empeñó su energía en la apertura del nuevo espacio. La Presidenta habló cerca del mediodía. Ana María Soffiantini y Alfredo Ayala, “Mantecol”, dos de los sobrevivientes de la ESMA, estaban sentados entre el público. Mantecol se moría de ganas de acercarse a CFK para decirle que recorrió la ESMA con ella hace once años; que le acercó algo para sentarse cuando él no podía creer que lo llamara un presidente para invitarlo a ocupar el espacio. CFK habló de los momentos anteriores en los que había visitado la ex ESMA. “Una, la primera vez, cuando siendo senadora y él presidente, vinimos aquí con un grupo grande de gente, seríamos más de 100 personas, 150 personas, muchos sobrevivientes, a conocer por primera vez esto. Confieso que en aquella oportunidad, la sorpresa, el reconocimiento, la cantidad de gente, todos hablaban, todos contaban sus experiencias, me hizo como entrar flotando y salir flotando, no llegué a adquirir la verdadera dimensión. Pero luego hubo una segunda llegada –dijo– que fue un día de mucho calor, un 24 de marzo del 2004, de un sol radiante, intenso, donde él venía como presidente de los argentinos pero fundamentalmente como miembro y parte de una generación diezmada, tal cual lo había anunciado el 25 de Mayo en que le tocó asumir como presidente 30 años después, estar en esa misma plaza recuperando la democracia.” En esa ocasión, Néstor Kirchner, dijo, pidió perdón en nombre del Estado. Aunque “muchos o algunos lo acusaban de frío y cerebral” fue “la única vez, creo, que no lo escuché hablar solamente con sus neuronas, habló con el corazón y con las tripas en nombre de tantos miles y miles que ya no podrán hacerlo nunca más. Y también como presidente de los argentinos, pidiendo perdón en nombre del Estado”. Una parte de esos miles y miles estaban ahí. Atrás. En esa postal aguada, llorada, bajo la lluvia y sostienen ahora la entrada a este lugar. Del sitio de memoria la Presidenta no dijo una palabra en su discurso. Había visto el proyecto varias veces. Lo había seguido de cerca. Pero no habló. Recién al final explicó que esta era una inauguración distinta a otras. “En todos lados se inaugura, se recorre y después se hace el acto, pero yo sabía que si la recorría, después no iba a poder hablar.” Cuando estaba a punto de terminar y anunciaba que iba a entrar al ex Casino de Oficiales, el sol comenzó a convertirse en lluvia o la lluvia en sol. Los pibes cantaban. “Después de la lluvia siempre sale el sol –dijo CFK–. No se confundan ni lo olviden nunca, podrá aparecer la tormenta más fuerte, el cielo más negro, pero el sol definitivamente siempre sale.”
Por Alejandra Dandan - Pagina12 20/05/15
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