Por Chyntia Garcia
“Después de esto, hay que refundar el periodismo” dice Horacio González, intelectual, director de La Biblioteca Nacional y uno de los fundadores del espacio Carta Abierta.
El “después de esto” al que se refiere es a este momento del tiempo político, el tiempo de la ley de servicios de comunicación audiovisual frenada en sus principales artículos de desconcentración, el tiempo de los diez años del kirchnerismo y los titulares de los principales diarios acechando con fines desestabilizadores, el tiempo de la violación al principio de inocencia constitucional donde las condenas periodísticas no son ya reducto de un periodismo amarillista irresponsable sino eje editorial
de las mejores plumas locales.
González suelta esta frase al aire, en la mañana del 24 de mayo, dentro del espacio físico de la radio pública; los diarios apoyados en la mesa del estudio parecieron vibrar y una sensación de sobrecogimiento nos alertó a todos los escuchas.
Recojo esta idea expuesta por Horacio con la intención de reflexionar sobre el periodismo de investigación y los paradigmas comunicacionales de este contexto sociopolítico.
El gran escritor latinoamericano Gabriel García Márquez escribió sobre lo vital: “la vida no es la que uno vive sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla” sin embargo cuando tuvo que hablar de periodismo dijo: “todo periodismo debe ser periodismo de investigación”.
En “Un robo para la corona” gran libro de investigación que compila los grandes desfalcos de la argentina menemista, Horacio Verbitsky da una definición de periodismo difícil de contrarrestar: "Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar"
Estas definiciones son el marco para pensar por qué tenemos que, si no refundarlo, al menos reconvenir de qué manera ejercemos este oficio.
En 2008, mientras el país vivía convulsionado por el conflicto con el sector agropecuario y el planteo sobre las retenciones, en los foros
de las universidades nacionales se discutía sobre la posibilidad de una nueva ley de radiodifusión democrática y antimonopólica. Estas ideas fueron llevadas luego a las audiencias públicas que se encauzaron en la redacción y sanción de la ley.
Mientras tanto, uno de los gerentes de noticias de Canal 13 y TN le planteó a Héctor Magnetto la posibilidad de distribuir y aunar el mensaje del grupo en todos los noticieros de los 237canales locales de cable del país. Fue así como se unificaron las noticias a través del Plan Somos y ese fue el nombre que atravesó las redacciones de los informativos locales con el discurso, la estética y la pertenencia símil a la propia señal nacional TN.
Entiéndase: una misma idea, un mensaje uniforme, una agenda impuesta por 237 señales de cable, más TN, Canal 13, Canal Rural, Canal 10 de Río Negro, Canal 7 de Bahía Blanca, un canal en Mar del Plata, Radio Mitre y sus repetidoras, el diario Clarín, La voz del Interior de Córdoba, Los Andes de Mendoza, la sociedad comercial con el diario La Nación, la agencia de noticias DYN, etc.
Todo un aparato de posición dominante para intentar frenar la Ley de Medios, socavar o posicionar candidatos locales o nacionales (según la conveniencia o la pertenencia) y, en definitiva, manejar las riendas de un país ejerciendo un poder político no declarado pero evidente detrás de la máscara del ejercicio de la libertad de expresión
El debate público de la llamada ley de medios, corrido de las aulas académicas e instalado en el centro de la escena mediático – política visibilizó lo político en lo mediático.
Un nuevo paradigma comunicacional surgió con la ley de medios voceada en las marchas populares. La siguiente anécdota es sugerente: cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner festejó el triunfo electoral en la Plaza de Mayo el primer cántico que brotó de la multitud fue: “tomala vos, dámela a mi, el que no salta es de Clarín”. Un abogado experto en libertad de expresión tradujo con sensatez: “entendieron que pelear por la Ley de Medios fue pelear por la liberación”.
Este es el desafío al que nos enfrentamos los periodistas: visibilizar lo oculto en este tiempo implica primero tomar la decisión de querer saber dónde está el poder.
La década del noventa con su continuidad simbólica de los planteos de la última dictadura, con un Estado asociado y cómplice de las corporaciones, con una encarnadura desprovista de inclusión y con un contexto de dominio mediático allanaba el camino a los periodistas porque la denuncia sobre la ausencia del Estado nos convertía en fiscales ad hoc; naturalizando la simplificación de los procesos de investigación judicial, aplaudiendo el poder impactante de las cámaras ocultas, dejando en la periferia de la resistencia a la mayoría de los intentos por ejercer un periodismo popular, con ideología y subjetividad.
Estos años revirtieron esa ecuación y desnudaron, de la mano de los gobiernos populares latinoamericanos que los visibilizaron, el entramado poderoso y complejo que planteaban los medios de comunicación dominantes.
La arena es comunicacional. Si los periodistas quiseramos ver dónde está el poder veríamos en la institución mediática la misma sangría que denunciábamos cuando investigábamos sólo al poder político en los noventa.
Esto suma a la mirada sobre la cosa pública y el principio de que lo que se investiga es eso y no la invasión sobre la esfera individual.
La mayor falacia mediática dominante radica en hacernos creer que lo privado no debe ser investigado porque pertenece a la esfera de la propiedad incuestionada, endiosamiento capitalista de la propiedad privada mediante, concepto para profundizar en una futura nota.
Este es el núcleo del nuevo paradigma comunicacional, esta es la refundación que propone Horacio González.
Investigar lo público es, además de revelar los hechos de corrupción en funcionarios y empresarios, revelarle a la sociedad cómo funciona el entramado del poder mediático que pretende dominar la escena política desde el inicio de la democracia. Mostrar los ardides desestabilizadores que dominan la región, plasmar las tensiones reales que proponen los enfrentamientos del gobierno con las corporaciones, profundizar en la complejidad de un Estado que pretende ganarle la pulseada al poder para someterlo a la interpelación popular en cada período electoral pero aún así revelar también sus grietas, sus desajustes reales, la violencia institucional ejercida por las fuerzas policiales, el abuso del poder punitivo en las cárceles argentinas, los déficits económicos y la necesidad de un estado que llegue por ejemplo a los pibes pobres que viven en las villas miserias del conurbano, la falta de acceso a la justicia y los intentos por democratizarla, el empleo en negro y lo que falta en materia de igualdad de género; para dar sólo algunos ejemplos de lo que serian verdaderas investigaciones periodísticas sobre lo público
Una investigación del Conicet cruzó resultados por distrito de la última elección presidencial con los datos del Censo 2011. La conclusión fue que una abrumadora mayoría de los sectores más humildes de la Argentina votó a Cristina Fernández de Kirchner.
Un buen ejercicio de cuestionamiento es leer qué nos dice este resultado electoral sobre los discursos, el poder, el periodismo y los relatos.
No parece menor el rol de la Ley de Medios y su debate profundo recibido por la mayoría de la sociedad.
Publicado por Diario Registrado - 29/05/13
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