domingo, 31 de marzo de 2013

La Hora de Repensar




Opinion por: Mario Wainfeld - La descentralización educativa contó, en su momento, con numerosas adhesiones bajo el pretexto de la modernización y otras falacias. Los gremios docentes encabezaron la resistencia. Forjaron conciencia, que fue cuajando en políticas públicas. El kirchnerismo hizo mucho por reparar el daño, renacionalizando en la medida de lo posible. La ley de financiamiento educativo y la paritaria nacional docente son pilares de esa política encomiable, que ahora afronta una encrucijada. Algo debe reencauzarse, con las complicaciones del caso, cuando a un mes de comienzo del ciclo lectivo hay provincias que casi no han tenido clases. Subsisten conflictos en Buenos Aires, Catamarca, Corrientes, Neuquén y Tierra del Fuego. En Catamarca, rige la conciliación obligatoria que pone las tratativas bajo un paraguas transitorio.
Buenos Aires es el territorio más complejo, por la cantidad de pibes y hogares afectados. También por la trabazón de las negociaciones que dan la impresión de estar en un punto muerto, que ninguno de los actores podría desear.
En el gobierno nacional derivan la responsabilidad a las autoridades bonaerenses y a los sindicatos. La paritaria nacional, explican con razón, demarca un piso para el escalón salarial más bajo y no arma el sueldo docente. Agregan, también con lógica, que un acuerdo tan general no cuenta con los rebusques propios de una paritaria estricta (cambios de categoría, licencias pagas, incentivos, cien etcéteras). Cerca del ministro Alberto Sileoni ensalzan la gestión kirchnerista con las universidades, que sí están bajo su competencia. Se llegó a un acuerdo que se prolongará 16 meses. El año que viene, entonces, no habrá que correr contrarreloj en el verano, época de vacas flacas para el fisco, sino en los meses en los que, cíclicamente, la economía se acomoda (ver asimismo nota principal).
El argumento se puede dar vuelta para mostrar un lado flaco de la gestión nacional en 2013. Se convocó a la paritaria docente tarde y se levantó la mesa demasiado rápido, opina este cronista, laudando una cifra que no contentó a los sindicalistas. En el Palacio Sarmiento replican que el aumento debe contemplar todas las coyunturas provinciales: para muchas otro piso sería impagable.
Vale señalar que los fondos compensatorios para las provincias más rezagadas se mantuvieron fijos, esto es depreciados por la inflación de un año.
De cualquier modo, la mayor responsabilidad recae sobre la gestión de Daniel Scioli. El gobernador no mostró la ejecutividad ni el ánimo conciliatorio de los que alardea ante los medios. Convocó a charlas informales recién después de la terminación de la nacional. No ofertó de entrada ni siquiera el piso obligatorio. Y no convocó a las reuniones técnicas establecidas para una paritaria dendeveras. Pareció hacer tiempo en vez de aplicarse a acordar. Y confió en exceso en su proverbial aptitud para victimizarse un cachito.
Recién en la semana que pasó se sentó personalmente a discutir con los sindicalistas. Acudió a la Corte Suprema bonaerense en pos de autorización para convocar a conciliación obligatoria. Le hicieron lugar, como era previsible. Hay una norma provincial que impide el uso de ese mecanismo en conflictos del sector público, pero la Corte autorizó el apartamiento por no haberse formado aún un tribunal arbitral para discurrir el conflicto. Los docentes anunciaron que no acatarán el fallo, pero es factible que lo hicieran si Scioli acudiera a ese recurso y abriera una mesa estable para negociar.
Los gremios docentes reprochan al gobernador haber atendido mejor a otros laburantes estatales, en parte en el monto de los salarios, en parte por haber hablado con los otros compañeros de horas extras y recategorizaciones, que pueden mejorar el ingreso real sin quedar inscriptas en el porcentaje de aumento salarial.
Scioli se empaca en un argumento fuerte que es el impacto de cualquier incremento en el presupuesto provincial. Lo que no pone en el otro platillo de la balanza es su clásica renuencia a aumentar los impuestos provinciales a los sectores de mayores recursos o a hacerlo con cuenta gotas.
La mayor crítica a los gremialistas, que se escucha en La Plata y en oficinas de funcionarios nacionales, es que abusan de la huelga como herramienta. No se controvierte su derecho de fondo, la polémica es política. “Paran más que los trabajadores privados y que los docentes de escuelas privadas”, se encolerizan dirigentes kirchneristas y sciolistas, deponiendo por un momento sus choques cotidianos.
La respuesta de los sindicatos, en especial de Suteba, que es el más grande, es que las presiones de las bases son muy fuertes. El observador puede añadir que también los corren “por izquierda” otras centrales gremiales bonaerenses, cuya dirigencia entronca más con el radicalismo pero juega así su partida.
Es, tal vez, una crisis de crecimiento de un sistema que viene mejorando. Asumirla como tal sería captar que, sin alterar las coordenadas generales, algo debe cambiarse. Las negociaciones permanentes y no esporádicas son, considera este escriba, un imperativo que no zanjará las dificultades pero que ayudará a encauzarlas.
Acaso sea hora de buscar la sintonía fina en aras de mejores resultados del uso del creciente presupuesto educativo nacional, de repensar la carrera docente, de hincar el diente en la escuela secundaria (un problema mundial que cada comarca debe ir desentrañando).
No se puede ya hablar de la foto de hoy, un mes tiene el rango de una secuencia. Nadie puede ser tan conspirativo para creer que ése es el fin buscado, pero la demora en el dictado regular de clases resiente la formación de los chicos y la vida cotidiana de millones de argentinos. También funge de publicidad indeseada a favor de la educación privada que no paga (en general) mejores sueldos, pero que garantiza aulas abiertas. No sería serio pedirles a los gobiernos que sean frívolos con su caja ni, menos, proponerles a los docentes que renuncien a sus derechos y sus conquistas. Pero es forzoso salir del laberinto, que daña al conjunto y, acaso, desnuda la limitación de las tácticas puestas en juego.

Opinion de Mario Wainfeld Publicada en Pagina 12 el 31/03/13.

sábado, 30 de marzo de 2013

El conflicto docente o el juego del Gran Bonete



Por Hernan Brienza.


Concluye marzo y los pibes de la provincia de Buenos Aires todavía no pudieron tener sus clases con normalidad. Y la pelota, como en el juego del Gran Bonete, pasa el problema de unos a otros entre el gobernador Daniel Scioli y los dirigentes de los gremios docentes, entre ellos Roberto Baradel, titular del Suteba. ¿Pero a quién le corresponde realmente solucionar la cuestión?


“Cada uno tiene sus responsabilidades. Yo tengo que administrar lo mejor posible…Yo no soy una persona improvisada. La gente me ha renovado la confianza hace un año y soy el gobernador más votado de la historia de la provincia -aseguró Scioli a principios de semana-. El paro docente es salvaje. No voy a pisar el palito de las provocaciones… Algunos están con actitud de decir ‘provoquémoslo a ver si reacciona’ y yo voy a reaccionar como siempre reacciono: trabajando, buscando soluciones… No les estoy pidiendo que vayan a dar clases como sea, hemos llegado a un aumento de 22,6%, que son más de 14 mil millones de pesos para la provincia de Buenos Aires”.

Baradel, secretario general de Suteba, cruzó de inmediato esas afimaciones y criticó la decisión del gobierno provincial de gastar cerca de 850 mil pesos en su participación a través de seis stands y de publicidad para la muestra Expoagro. “Cuando a uno le sobra, no hay problema, pero el gobierno bonaerense tiene que priorizar los gastos”, concluyó.
Pero quién tiró la pelota afuera, en realidad, fue su flamante operador político, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, quien criticó a la Presidenta por no asistir a la provincia de Buenos Aires ante el conflicto docente y dijo: “Cuando asumimos el Gobierno, que había problemas de paro docente, mandamos el dinero a las dos provincias y fuimos para allá. Eso lo hicimos el primer día que asumimos. Felipe Solá en un momento tuvo problemas con los docentes porque los recursos que el Gobierno nacional le mandó no le alcanzaban, entonces el Gobierno nacional le mandó más dinero para terminar el conflicto”.

Y allí ardió Troya. Los intendentes bonaerenses firmaron una solicitada en la que pidieron la rápida solución del conflicto y salieron a terciar en la cuestión. Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, fue contundente: “Scioli es quien tiene la máxima responsabilidad de resolver el problema. Las diferencias no son tan contundentes para que podamos llegar a esta situación. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner han aportado los recursos para que la educación esté en un nivel importante y muchos municipios también estamos contribuyendo en la educación, a través de la inversión en infraestructura en las escuelas”.

Por último, quien también contradijo a Scioli, fue el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, presidente de la Federación Argentina de Municipios, “el gobernador es el responsable de resolver el conflicto docente. Le pedimos a las dos partes que flexibilicen sus posiciones para que los chicos vuelvan a la escuela”.

Nacionalizar o provincializar el tema parece ser la cuestión. Pero lo cierto es que mientras la mayoría de las demás provincias resolvió las paritarias docentes, los alumnos y alumnas del estado con mayor presupuesto de todo el país no puede poner fin a un problema que es de vital importancia para el desarrollo económico y social de millones de bonaerenses. Y esta discusión se enmarca, justamente, en un debate mucho más profundo que se debe producir en la política argentina: la relación entre las administraciones nacionales y las provinciales. Los estados locales también deben hacer de la gestión superavitaria una premisa de gobierno. Y deben optar entre qué opciones gastar las partidas presupuestarias.


Opinion de Hernan Brienza,publicado por Tiempo Argentino, 30/03/13

sábado, 16 de marzo de 2013

Éramos pocos y cayó Francisco



Por Alberto Dearriba
La elección de Jorge Bergoglio como Papa, se celebró más en el viejo Palacio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, en la Casa de Gobierno de La Plata y en el barrio de Boedo, que en la Rosada. La euforia de Elisa Carrió por la elección de su confesor, el alborozo de Daniel Scioli y de Gabriela Michetti por el encumbramiento de un frecuente interlocutor y el regocijo de la hinchada de San Lorenzo por la entronización de un hombre que guarda como tesoro un pedazo de tablón del viejo Gasómetro, contrastaron con la felicitación protocolar de Cristina Fernández, así como con la moderada reacción de los bloques oficialistas del Parlamento Nacional y la legislatura porteña.
La oposición política local se manifestó unánimemente complacida: un Papa argentino y antikirchenrista, es una noticia soñada. Pero en el oficialismo hubo diferencias: Luis D'Elia cree que fue "colaboracionista" de la dictadura, el Chino Navarro le reconoce su lucha contra la pobreza, Emilio Pérsico reivindicó su tarea en las villas miseria y el vicegobernador Gabriel Mariotto lo considera "un Papa peronista".
Los dirigentes de Derechos Humanos tampoco coinciden: unos lo acusan de no haber protegido a dos jesuitas "villeros" apresados durante la dictadura y otros dicen que los defendió ante Videla y Massera. Estela de Carlotto considera que "pertenece a la Iglesia que oscureció el país"; Graciela Fernández Meijide lo desvincula de la dictadura y Adolfo Pérez Esquivel cree que "no fue cómplice, pero le faltó coraje para reclamar con mayor fuerza". Lo cierto es que no se ocupó de consolar a los familiares de las víctimas.
De todos modos, a Francisco no le debe haber causado ninguna gracia, que el ex represor Luciano Benjamín Menéndez apareciera en sede judicial, junto a camaradas enjuiciados, con escarapelas papales. La alegría de los represores explica en parte la reticencia del oficialismo.
CUENTAS VIEJAS. Las diferencias del peronismo con la Iglesia son añejas. Juan Domingo Perón impulsó una ley de divorcio y fue excomulgado. Aviones con la insignia de Cristo Vence bombardearon Plaza de Mayo en junio de 1955. El kirchnerismo coincide con los organismos de Derechos Humanos en su crítica a la actuación de la cúpula de la Iglesia en la última dictadura, que se mantuvo en silencio cómplice mientras se cometía un genocidio en sus narices. El nuncio apostólico, Pio Laghi, conocía en 1976 los planes militares antes que cayera Isabel.
Cuando Néstor Kirchner entró a la Casa Rosada como un sobreviviente de "la generación diezmada" y proclamó que no dejaría sus convicciones en la puerta, llevaba esa carga en su mochila.
PRIMEROS ESCARCEOS. Durante una ceremonia religiosa realizada en 2005, el entonces vicario castrense, monseñor Antonio Baseotto, desarrolló la teoría de los dos demonios que reparte responsabilidades entre la guerrilla y los militantes populares por un lado, y los represores militares por el otro, lo cual provocó el desagrado del presidente Kirchner. Horrorizado por el reparto de profilácticos que el ministro de Salud, Ginés González García, realizaba en escuelas y hospitales, Baseotto sumó otrodesencuentro: "Quienes escandalizan a los pequeños, merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar".
Si bien utilizó palabras atribuidas a Jesús, cometió el pecado de mencionar la cuerda en la casa del ahorcado. Kirchner no se anduvo con chiquitas y le pidió al Papa que removiera al obispo castrense, pero Juan Pablo II se negó. Como comandante en jefe de la Fuerzas Armadas, Kirchner echó al obispo y le suspendió el sueldo de unos 1500 dólares, lo cual generó un conflicto de jurisdicciones con el Vaticano. Baseotto renunció en 2006.
Aunque Kirchner no lo explicitó, Bergoglio sospechaba que el presidente tenía una actitud pro legalización del aborto. Ex militante de la derecha peronista encuadrada en Guardia de Hierro, Bergoglio conocía el pensamiento que campeaba mayoritariamente en la Tendencia Revolucionaria acerca del aborto.
A poco de asumir, el santacruceño entrevistó al prelado para establecer una relación al menos cordial, pero en el primer tedeum en la catedral metropolitana, el arzobispo porteño irritó al presidente al criticar al gobierno por su "exhibicionismo y los anuncios estridentes".
En 2005, Bergoglio mantuvo otra diferencia con el gobierno al acompañar ostensiblemente a los familiares de las víctimas de Cromañón, que reclamaban la cárcel para el jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, mientras el gobierno nacional apoyaba al alcalde que fue finalmente removido.
El santacruceño comenzó a rumiar en privado que Bergoglio era "el jefe espiritual de la oposición" y suspendió su participación en los tradicionales tedeum en la catedral metropolitana. El obispo confirmó meses después que los puentes estaban rotos: "No hay relación entre la Iglesia y el gobierno", dijo.
Bergoglio impulsó desde el principio del kirchnerismo documentos episcopales con menciones de condena a la pobreza, lo cual parece un avance para una Iglesia que acalló la desigualdad bajo gobiernos que la agudizaban. Pero no hubo en cambio, reconocimientos claros de los avances sociales promovidos por el kirchnerismo desde 2003 a la fecha. En esas declaraciones, el gobierno que más hizo por reducir la pobreza desde 1983, aparecía como el responsable.
Kirchner mandó un misil público: "Nuestro Dios es de todos. Pero cuidado, porque el Diablo llega a todos, a los que usan pantalones y a los que usan sotanas". No se volvieron a ver.
LA ERA CRISTINA. Cuando le tocó el turno a Cristina, se suponía que podrían limarse las diferencias. Hubo una primera reunión formal en el marco de la Conferencia Episcopal, que abrió el camino del diálogo. Pero cuando estalló el conflicto con el campo, Bergoglio se alineó con la oposición, ya que le pidió a Cristina "un gesto de grandeza", que no le pedía a los ruralistas. Para rematarla, se reunió con Julio Cobos, tras su célebre voto no positivo. No había vuelta atrás.
La presidenta siguió entonces el camino de su predecesor al eludir los tedeum en la catedral metropolitana, pero las diferencias se ahondaron aún más cuando el kirchnerismo apuró la sanción de la ley de matrimonio igualitario y la de indentidad de género. La distensión no llegó siquiera cuando Cristina no apoyó los proyectos para despenalizar el aborto en el Congreso Nacional. Hace años la presidenta no ve al cardenal en la Argentina. Ahora lo verá Papa en Roma. 

¿QUIÉN ES FRANCISCO? Con el nombre del cura de los pobres de Asís, el nuevo pontífice inicia su papado en medio de apreciaciones encontradas: aparece como un conservador en la Argentina y como un progresista en el Vaticano. No pocos observadores de Roma creen que será un renovador de la Iglesia, pero Bergoglio practicó como obispo una profunda ortodoxia doctrinaria. Para algunos dirigentes locales y familiares de las víctimas del terrorismo de Estado fue cómplice de la dictadura y para otros, como máximo, desatendió a los perseguidos. Todos le atribuyen una profunda preocupación por la pobreza, pero enfrentó al gobierno que más hizo para reducirla. Para quienes habitan este costado del mundo, la clave que lo definirá será su caracterización política en el mundo terrenal, será su actitud frente a los procesos de cambio que vive América Latina. No se le exigirá que produzca transformaciones radicales, pero muchos ruegan a Dios que al menos no las frene.
Publicado en Tiempo Argentino el 16/03/2013

martes, 12 de marzo de 2013

¿De qué hablamos cuándo hablamos de referendum?

Por : Pibe Trosko

Bueno Camaradas, los lunes todo es una mierda, así que vamos directo al grano:

En Argentina hay unos ñatos que hablan en inglés y desayunan chorizo con porotos y huevo frito. Hasta ahí ningún problema, no me voy a meter en las preferencias lingüísticas y gastronómicas de nadie.
Resulta que estos muchachos, los “Kelpers”, padecen el viejo y conocido “Síndrome del Porteño”, es decir, viven en territorio Americano pero sueñan con ser Europeos. A mi realmente no me molesta. Si Miguel del Sel cree que puede ser Gobernador de una Provincia, estos pibes tienen todo el derecho a pensar que pueden ser ingleses, rusos, uruguayos o lo que quieran.
El tema es que en esta cruzada quijotesca para resolver su crisis de identidad, en lugar de hacer terapia los Kelpers decidieron hacer un “Referendum” en cual someterán su nacionalidad al voto popular. ¿Algún problema con eso? La verdad que no, por mí, que voten lo quieran.
El problema es que estos pibes, los Kelpers, exigen que nosotros, los Argentinos, “respetemos” su decisión y no alteremos la “autodeterminación de los pueblos”.
¿Alguien está en contra de la “autodeterminación de los pueblos? ¡Claro que no!, al contrario, a mi me encanta. Si hasta tengo un póster en mi cuarto que dice “Aguante la Autodeterminación de los pueblos”. El problema, amigos, es que estos gurises quieren autodeterminarse ingleses en territorio argentino y como hicieron un referendum, pretenden que nosotros “los respetemos”.
¿Se entiende hasta acá? Imaginate que mañana De la Sota se levanta cruzado y dice que va a luchar por la “autodeterminación” de los cordobeses. Y los cordobeses, como quién no quiere la cosa, votan que son italianos. Qué se yo...sería raro.

Ahora, lo que a mí realmente me revuelve el estómago es que estos muchachos, los Kelpers, tejieron en nuestro país una red de alianzas surrealista. ¿Surrealista? Sí Ricardito, surrealista. Los mismos que se quejan de la “inmigración descontrolada” y que exigen que se vuelvan a su país los Bolivianos, Paraguayos y Peruanos, también exigen que se respete a los inmigrantes Kelpers y que se los reconozca como Ingleses en suelo argentino. Es polémico, no me digas que no. Si un Paraguayo se atiende en un hospital público es una barbaridad porque “está usando nuestros recursos”. Ahora, si un británico explota los pozos petroleros que hay en las Malvinas, ningún problema. Un bisturí vale más que un barril de petróleo para estos muchachos. Y un inglés vale más que un Boliviano, obvio.

No se, a mi todo este tema del referéndum me hace mucho ruido. ¿Te acordás cuando Daniel Vila salió a decir era el nuevo Presidente de la AFA porque lo habían votado tres amigos suyos? Bueno, esto sería algo así pero llevado al plano diplomático.

Entonces:
¿Algún problema con que los kelpers se sientan ingleses? ninguno.
¿Algún problema con que los kelpers quieran seguir viviendo en las Malvinas? Tampoco, no pretendemos echar a nadie.
¿Algún problema con que los kelpers hagan referendums y voten lo que quieran? Tampoco, aguante la Democracia, ¡Viva la Democracia! qué linda que es, urnas y votos para todos. Qué belleza.

Ahora, si piensan que porque son ingleses, viven en Malvinas y arman elecciones nosotros vamos a decirles “tenés razón macho, las Malvinas son inglesas, mala mía” se equivocan. Encontrarán algunos cómplices argentinos con capacidades patrióticas diferentes, pero no mucho más que eso.

Así que, en resumen, lo que quería hacer era recordarle a los kelpers dos cosas que no se discuten:
1-Las Malvinas son Argentinas.
2-Pelé debutó con un pibe.

PATRIA O SUERTE
VENCEREMOS.


Extraido de la pag de Facebook de Pibe Trosko . http://www.facebook.com/Pibetrosko  11/03/13

sábado, 9 de marzo de 2013

Lo que no le perdonan a Chávez




A Hugo Chávez no se lo perdonaron ni cuando era evidente que iba a morir. Cuando le pidió a Dios un año, cuando imploró que le diera ese tiempo. Cuando usó la metáfora de la luna llena para dar una idea de qué forma, redonda, era su convicción de que Nicolás Maduro garantizaba la continuidad del proyecto bolivariano. Los odiadores, dentro y fuera de Venezuela, no se lo perdonaron ni le perdonarán nunca haber sido el primer presidente del mundo en rasgar el velo de la gran chanchada neoliberal y haber motorizado con ideas y petróleo a una región que recién cuatro o cinco años después, como resultado de la gran crisis, votó a sus compañeros de ruta, los presidentes latinoamericanos que han hecho que la región, por primera vez en doscientos años, crezca, pero no a cuenta de más desigualdad. Ese es un dato duro. Aquí o allá, más o menos, mejor o peor, primero una cosa o la otra, con uno u otro estilo, pero lo hicieron. Sus países, los nuestros, en la “década ganada”, crecieron económica y socialmente. Es eso lo que no le perdonaron a él ni les perdonan a los otros. Que haya puesto la mente, el corazón y las políticas en lo social, que es lo que hoy Occidente barre bajo la alfombra.
Chávez hizo evidente lo que parecía imposible. Que se puede ser un militar que defiende a su patria, pero que la patria es el pueblo, y no los mandamases financieros. Que se puede repartir hacia abajo la renta de aquello por lo que se invaden países, se le miente a la opinión pública, se mata y se muere. Estados Unidos va a la guerra por petróleo y Chávez lo regalaba o lo abarataba para los amigos. Y sus amigos no eran CEO de holdings o bancos o corporaciones: eran los presidentes de otros pueblos que querían sacar cabeza después de un sufrimiento popular que perduró generaciones.
Con su frontalidad descarada, Chávez le dijo al mundo: ey, los recortes no son inevitables; los bancos no son damas de caridad; lo nuestro es nuestro y es de todos, también de los indocumentados y los piojosos. Chávez dijo también: ey, no hay por qué ni está escrito que lo que vivimos hasta hoy siga igual y en las mismas manos que rapiñan. El mundo se le fue en contra pero él dijo: “No me importa ni siquiera defender mi honor. Yo quiero defender a mi patria”.
Europa sigue sin darse cuenta, o quizá con darse cuenta no alcanza, y hay que esperar que surjan líderes que sinteticen y conduzcan los anhelos colectivos de cambio. Chávez no tuvo miedo de cosas que a cualquier hombre sensato lo habrían erizado. Después lo siguieron otros, y en este punto cómo no recordar a Néstor Kirchner cuando, antes de la reestructuración de deuda más grande de la historia, zampó su diagnóstico irrefutable, el mismo al que diez años después empiezan a llegar los europeos: fue cuando dijo que “los muertos no pagan”.
Hoy, poco queda ya de aquellos indignados europeos que salieron a las calles en 2011. O al menos, los grandes medios no dan cuenta de qué pasó con esos jóvenes que cuestionaban el sistema, pero seguían identificando sistema, con política, como si fuera inevitable que la política fuera una sola cosa: pura mugre.
Aquí sabemos lo que es lidiar con las urgencias: durante los ’90 en la Argentina no se habló de política sino de hambre y desempleo. En España les cayeron las lluvias tóxicas de los recortes, y los “desahucios”: esa guillotina que corta de cuajo las ganas de vivir de quienes de un día para el otro pierden el techo. Esos bonzos y suicidas con nombre y apellido, individuados todavía gracias a las capas de Estado de Bienestar que la troika quiere desmantelar, expresan en Europa lo que en América latina, un continente hasta hace poco tiempo “sacrificable”, expresaron los millones de excluidos que el mismo sistema y las mismas políticas escupieron durante años.
En un artículo reciente, el ensayista y traductor vasco Gorka Larrabeiti da un pantallazo de la trampa cazabobos que hoy es Europa. Tira breves noticias de último momento. Algunas son: en Portugal, simultáneamente en 39 ciudades, una multitud canta un himno de la Revolución de los Claveles contra la troika. En Italia, hay dificultades para formar gobierno. Resurge Berlusconi y surge Beppe Grillo, que se dice “ni de izquierda ni de derecha”. En Alemania ya se ha formado un Partido Antieuro. Surgen más voces que reclaman el regreso a las monedas nacionales, porque se percibe a la euro-Europa como una arrebatadora de la autodeterminación de los pueblos. En Francia, la derecha de Marine Le Pen pide “solemnemente” un referéndum para salir del euro y abomina tanto de la Unión Europea como “de la Unión Soviética”. En Holanda, Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad, anuncia una mezcla de medidas antiinmigración de extrema derecha y políticas combinables con un Estado de Bienestar para los “puros”. En Bélgica, el popular alcalde de Amberes, Bart De Wever, impuso un impuesto especial para los ciudadanos no belgas. En Eslovenia cae un gobierno corrupto y se forma un gobierno “técnico”. Estados Unidos anuncia su propio recorte de gasto público, y millones se preparan para vivir peor.
Ninguna de ésas son, a ojos de los grandes medios, “sociedades divididas”, como no estaba dividida la Argentina del ’99, cuando ganó la Alianza. Hugo Chávez ya gobernaba en Venezuela, pero parecía un militar más de ésos a los que daba el ok el Pentágono. Las sociedades no se dividían porque no había ninguna puja de poder. Redireccionar el poder era inimaginable: estaba clavado en un punto fijo.
Eso es lo que no le perdonan a Hugo Chávez: fue el primero en mover la aguja que estaba fija. La inclinó hacia el pueblo y pagó todos los costos, dio todo, hasta su vida, y su muerte es la prueba de que aquello de “querer perpetuarse en el poder” era una estupidez más de las tantas que se escuchan cada día. Lo que Chávez quería que se afirmara, que se prolongara, que se desarrollara, no era su permanencia en el poder, sino la de la aguja señalando hacia abajo. Es eso lo que no le perdonan.
Opinion de Sandra Russo, pagina12  09/03/13

miércoles, 6 de marzo de 2013

Más grande que lo posible



Opinion: Por Mario Wainfeld


   Si hay un lugar común pavote y mediocre es hablar de (o esperar) un veredicto de la Historia sobre los líderes o grandes dirigentes. No existe ese tribunal impersonal (ejem), “independiente”. Los que van juzgando son los pueblos, portadores y defensores de intereses. El presidente Hugo Chávez se fue glorificado en las urnas por su pueblo, revalidado en numerosas ocasiones, repuesto en su lugar por movilizaciones masivas tras el nefasto golpe de 2002. La última elección fue una más (porque ratificó una tendencia) y fue única porque se produjo en medio de su enfermedad: quedó como el pronunciamiento final y tajante. Lo que Chávez fue para Venezuela lo plebiscitaron sus compatriotas. Los números y la recurrencia hablan solos, poco hay que agregar.
Tenía un gran manejo mediático e histriónico... Lo que concretó es bien tangible. Es difícil mensurar la proporción internacional de Chávez sin puntualizar que Venezuela no es una potencia económica ni militar. Que jamás un presidente de ese país fue tan conocido, amado u odiado, funcionando como referencia en esta América y en el mundo. Hay que saber mucha política, tener mucho don de mando y capacidad de negociación para conseguir tanto con una “base material” tan acotada.
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En la región fue un líder formidable y constructivo. Central para un nuevo diseño del Mercosur, que aglutinó a los tres países con mayor PBI. Determinante para el “No al ALCA”, que sepultó una propuesta política norteamericana en la Cumbre de Mar del Plata.
El hombre, claro, supo aliarse. Primero que nada, con Argentina y Brasil. La narrativa dominante sobre esta etapa se saltea la conjunción entre los dos países más relevantes de América del Sur, durante las presidencias de Lula da Silva, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff. La unión estratégica es un eje de la época, que en estas pampas se subestima o se niega para demostrar que lo de Brasil es formidable y lo nuestro un engendro. La sincronía en tantas medidas, la articulación y comunicación permanentes refutan esa lectura perezosa.
Chávez captó ese cuadro de situación y supo jugar dentro de él. Un ejemplo redondo fue la mentada Cumbre de Mar del Plata, donde aceptó (divertido, desde ya) hacer de chico malo cuando Kirchner y Lula se lo pedían o manejar la extensión de sus discursos para dilatar o acortar una reunión. El saldo fue el rechazo a una tremenda iniciativa imperial, conseguido a pulso.
Otro logro, chocante con la caricatura que dibuja la derecha, es cuán importante fue Chávez para la sostenida paz en la región. Y para el firme rechazo conjunto a la violencia norteamericana en Medio Oriente o la instalación de un centro de detención y tortura en Guantánamo. Entre tanto “el concierto de las naciones” acompañaba, hacía de comparsa o, en el mejor de los casos, miraba para otro lado.
Se habla de un bravucón (que podía serlo de palabra, si venía al caso), pero fue un pilar en tiempos de trabajosa integración regional, connotada por la ausencia de conflictos bélicos relevantes.
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A la hora de la hora, el orador impenitente sabía escuchar. Aceptó, a instancias especialmente de Kirchner, someterse al referéndum revocatorio: una elección a todo o nada durante un mandato vigente, algo que casi no existe en ninguna Constitución del mundo. Debía descomprimir la tensión interna. El mejor camino eran las urnas. Supo entender, le sobró cuero para jugarse. Y ganar, esa arte tan esquiva para varios republicanos de opereta que sólo convocan minorías.
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Venezuela, como tantos países, se benefició con el alza sideral del petróleo. No hay datos de otras naciones que, sin ser potencias y arrastrando necesidades importantes, usara esa riqueza para trabar relación con otros menos afortunados, para ayudarlos. De nuevo, abundan traducciones esquemáticas, provenientes de aquellos que no registran los cambios históricos y usan siempre las mismas categorías. El ladrón cree que todos son de su condición; el imperialista, también. Por eso subestiman o encasillan mal lo que concretó Chávez trasfundiendo petróleo a precio de regalo a aliados vecinos: Nicaragua o Cuba son los más característicos. O hasta ideológicos: llegó a vender nafta barata para abaratar el bus de Londres cuando lo gobernaba Ken Livingstone, un cuadro izquierdista apodado “el alcalde rojo”.
Venezuela no se constituyó en una metrópoli sino en una peculiar variación de aliado. El ejemplo de Cuba es el más complejo y evidente. Iba dinero a Cuba, desembarcaban médicos y maestros cubanos en Venezuela, se formaban médicos de toda la región en La Habana con financiamiento venezolano. ¿Había pujas por ver quién “conducía” a quién en esta relación o en la que lo ligó con Brasil y Argentina? Seguro que la hubo, siempre está presente entre aliados o compañeros de ruta. Pero no se plasmó en la relación imperio-colonia.
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Citaba a Bolívar, a Tupac Amaru, a Fidel, a Mariano Moreno, a Dorrego, a San Martín, a Salvador Allende... Ninguno de los presidentes argentinos de los últimos años evoca tanto al ex presidente Juan Domingo Perón en sus modos retóricos ni lo cita tanto en sus discursos. Era un autodidacta ávido y se
aggiornaba continuamente, vaya a saberse en qué momentos o ratos libres. Regalarle al presidente Barack Obama Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, fue un gesto ingenioso, pleno de simbolismo. Conocía la historia de nuestro país mejor que la mayor parte de los dirigentes argentinos actuales. Alguna vez se enzarzó con Cristina en una charla sobre el revisionista Jorge Abelardo Ramos, lo tenía en su biblioteca.
Sus discursos eran largos, seguramente caribeños, podían albergar un tramo musical cantado a voz en cuello o un gesto teatral, como cuando se sacudió el azufre dejado por George Bush en las Naciones Unidas. Pero distaban mucho de la parodia, al contrario, eran ejemplo de comunicación de masas. Conjugaban la lógica de la retórica dirigida a pueblos y militantes: síntesis histórica, semblanza y glorificación de los próceres. Nadie se iba sin tener una pintura de lo que quiso expresar, sin un par de consignas, de mensajes para trasmitir a sus compañeros o en sus barrios.
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Cuando el rey de España le espetó “por qué no te callas” sinceró una verdad honda, que trascendía la levedad de la anécdota. En el centro del mundo querían acallarlo, anularlo. No porque fuera exagerado y ruidoso, sino por lo que decía y representaba. Lo aborrecieron en Estados Unidos y en la Europa central. No odian a los dictadores: auparon a muchos. No odian la violencia que ellos ejercieron en Irak o Afganistán. Odian el desafío político e ideológico que le propuso nuestro Sur, en una era de relativa independencia y autonomía, sin un ápice de olor a pólvora.
El cronista le debe al periodista y ensayista Ernesto Semán esta caracterización del antagonismo ideológico, que tiene más de cien años y reflorece vital en el siglo XXI: “Chávez capturó como pocos un común denominador regional que precede al populismo: una idea de republicanismo, que pone en el centro político los derechos sociales e ideas de bien común (que muchas veces pueden ser al mismo tiempo inclusivas y autoritarias) por sobre ideas de libertad individual y derechos de propiedad privada que caracterizan al liberalismo en su versión norteamericana”.
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Se lo evocará mostrando una edición de bolsillo de la Constitución bolivariana, bailando, abrazando a sus pares, pronunciando palabras conmovedoras frente al féretro de Kirchner. El cronista se lleva en la memoria un acto realizado en Ferro, en contrapunto con la presencia de George W. Bush en Uruguay. Este escriba corría contra el cierre. El discurso se rizaba y era imposible saber cuándo llegaba a su fin. La razón profesional del cronista le ordenaba partir, para darle al teclado. Su corazón lo clavaba ahí. Le era imposible, como a muchos millones de latinoamericanos, no quererlo y disfrutar de su palabra.
Que no era hueca, además. Esa vez describió a “Cristina y Néstor” como “mis hermanos porque somos hijos de la misma crisis”, una frase tan afectuosa como precisa. Y agregó que creía más en los procesos históricos que en los hombres providenciales. Que si Bolívar hubiera muerto de disentería en la infancia o si San Martín no hubiera regresado de España, la independencia de sus países hubiera llegado igual. Tratemos de combinar, a pluma alzada, las dos afirmaciones. El determinismo absoluto no existe, las condiciones propicias sí.
La sincronía de gobiernos de matriz popular, críticos de los desvaríos y de la entrega noventista, es consecuencia de un marco general: el fracaso del neoconservadorismo. En cuanto a lo de los dirigentes providenciales, acaso no existan, estrictamente. Y por cierto de nada sirven si no “embocan” el momento histórico en que les toca vivir. Pero hay protagonistas que llegan al tope de las posibilidades disponibles. Que saben interpelar a sus pueblos y articular alianzas como pocos o nadie. Chávez fue uno de ellos, en ese sentido es irremplazable. En todo lo demás, se abren todos los enigmas acerca de cómo se suple, en pleno proceso de cambio, a un jefe carismático consagrado merced a sus acciones rompiendo la tradición y reformando a fondo las instituciones. Instituciones y tradición marchitas y estériles, por si hace falta resaltarlo.
Entre tanto, seguramente sin mayor originalidad, pero presumiendo que en sintonía con los lectores de este diario, el cronista llora a su modo la pérdida de un compañero y de un referente.


Nota textual de opinion editada por Pagina12 el dia 06 de marzo del 2013, con motivo de la muerte de Comandante Presidente Hugo Chavez. Por Mario Wainfeld